Al ascender por los peldaños espirituales la persona al mismo
tiempo desciende a su ego. Supongamos que he discernido y corregido
sólo una capa superior y muy fina de mi deseo. En este nivel me he conectado
con el grupo, revelé la importancia de la meta y atraje la Luz que Reforma.
Pero, a pesar de esto, debo pasar por dos etapas más para ascender al primer
grado espiritual.
Para mí se revela la segunda capa del
deseo y aquí estoy peor, más “áspero”: maldigo, ignoro, niego y desprecio. En
comparación con este estado, antes era como un niño, pero ahora me han
rechazado más fuerte. ¿Para qué? Para darme una posibilidad de lograr unidad
más profunda y atraer la Luz Superior con más fuerza.
De este modo, avanzo paso tras paso
revelando un egoísmo cada vez más fuerte. Por más alto que ascienda una
persona, la inclinación al mal siempre la precede. Está claro que uno está
preparado para esto, pero de todos modos durante una caída nada funciona y él
se cae bajo el infinito.
Realmente una caída no es una caída,
sino un estado de ascenso a cual aun no estás preparado. Es como si fueses
trasladado a un grupo de campeones, porque tu entrenador sabe que puedas unirte
con los mejores jugadores. Todas las condiciones están preparadas para ti, sólo
debes intentar ponerte en su nivel.
(Consejo diario para el que está en el camino, Extracto de la lección según el
artículo de Rabash, laitman.es)
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