La persona sólo puede adquirir propiedades
altruistas y salirse (liberarse) de las egoístas, entrar en el mundo de la
corrección y alcanzar la primera propiedad espiritual, sólo cuando logra
dominar toda manifestación de sus cualidades egoístas. Naturalmente, esas fuerzas anti-egoístas no existen
en un ser humano. Una nueva fuerza espiritual aparece en la persona sólo bajo
la influencia de lo Alto; esta fuerza le asiste a superar sus deseos naturales.
La liberación de las garras del egoísmo –el
Faraón – se denomina ‘la liberación de Egipto’ o ‘el éxodo de Egipto’,
mientras que la adquisición de nuevas propiedades altruistas se llama ‘entrar
en la tierra de Israel’.
El nacimiento espiritual se asemeja al nacimiento
del ser humano en este mundo: un embrión dentro del cuerpo de la madre disfruta
del medio ambiente más cómodo para su desarrollo. Hasta nuestro nacimiento
espiritual, estamos bajo el control absoluto de la fuerza espiritual que se
desarrolla con nosotros.
Sin embargo, en relación con la criatura per se, se
puede decir que hasta su nacimiento, el bebé existe en el vientre de su madre,
en la oscuridad, sin darse cuenta de dónde está, de quién es; no puede moverse
ni alimentarse a sí mismo. Todo le viene de su madre. Tal es nuestro estado
hasta el nacimiento espiritual.
Un bebé nace en este mundo en el momento en que
alcanza la madurez prenatal. Si no llega a nacer, o si no abandona el
lugar que fue tan adecuado hasta ese momento, perecerá. Así pues, el mejor lugar se convierte en el más
peligroso. ¡Si se queda allí demasiado tiempo, fallecerá! Esta es la razón por
la que la madre misma expulsa al feto.
La persona puede percibir su naturaleza egoísta y
existir conscientemente bajo su control, en el ‘exilio de Egipto’, únicamente
si siente de manera parcial las propiedades del mundo espiritual, como sin
fuera desde “lejos”, el “viento de la libertad”.
La permanencia inconsciente y posteriormente
consciente en el exilio de Egipto es una de las etapas obligatorias del período
“prenatal” de desarrollo de la persona y en la Cabalá se llama Ibur (feto).
Antes de nacer espiritualmente, uno debe primero
sentirse como un embrión espiritual, percibido como el nacimiento de los deseos
espirituales propios.
Sólo después de que uno nace espiritualmente, recibe
la sensación y comprensión de lo que significa existir en el mundo espiritual:
respirar autónomamente, recibir del Superior, rogar, sentir al Superior como el
procreador y el guardián.
El desarrollo posterior se asemeja al desarrollo de
un ser humano recién nacido en nuestro mundo: la Fuerza Superior le guía
meticulosamente a través de los grados espirituales, y cada grado espiritual
posterior difiere del anterior sólo en términos de un deseo espiritual
adicional, nuevo, corregido.
Inicialmente, el camino espiritual del hombre
consiste en la adquisición de las propiedades-poderes altruistas: él crece de Maljut del
mundo de Assiyá a Maljut del mundo de Atzilut, pasando por los grados de 30 Sefirot.
Durante este proceso, uno no utiliza sus deseos egoístas
para nada; sólo los rechaza.
Cuando uno llega a Maljut del mundo de Atzilut, en
cuanto a sus propiedades, se dice que adquiere plenamente sus deseos altruistas
–GE.
Después, siendo parte de Maljut del
mundo de Atzilut,
uno comienza a corregir sus deseos egoístas: eleva su AJAP al
mundo de Atzilut,
transformando los deseos egoístas en altruistas: el placer de recibir en ellos
por el bien del Creador. Estas correcciones se realizan gradualmente, en 6000
partes o peldaños, llamados años.
Por Rav Dr. Michael Laitman
(kabbalah.info/es)
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