domingo, 21 de octubre de 2012

El jardinero espiritual (parte 1)




El símbolo más asociado con la sabiduría de la Cabalá es el Árbol de la Vida. Todas las antiguas escrituras están repletas con ejemplos del reino de las plantas. Las antiguas escrituras hebreas usan las raíces espirituales de la vegetación para explicar los procesos del crecimiento espiritual humano. Las usan como herramientas, y podemos aprovecharnos de ellas utilizándolas para contactar con nuestras almas. Las palabras que se detallan más abajo, están basadas en una carta escrita por el cabalista Rabí Baruch Ashlag, el primogénito y sucesor de Rabí Yehuda Ashlag, también conocido como Baal HaSulam. En su carta, Rabí Ashlag explica a sus estudiantes que el trabajo en el campo refleja procesos espirituales, y cómo experimentarlos.

Adam y el Árbol de la Vida

En Cabalá, los términos “naturaleza” y “Creador” se consideran sinónimos. El término “vida” se define como estar en contacto con la naturaleza y su Creador, y la palabra “árbol” puede simbolizar o bien “vida”, simbolizando contacto con el Creador, o “conocimiento”, entendiendo el por qué el Creador trabaja como lo hace. En realidad, el grado llamado El Árbol del Conocimiento es el más elevado que una persona puede alcanzar. La primera persona en descubrir el Árbol de la Vida fue Adam. Fue una persona común que se sintió inclinada a descubrir qué subyacía más allá de nuestro mundo. Cuando Moisés describe lo que le ocurrió a Adam, utiliza la imagen de un árbol para describir la relación de Adam con el Creador. El Creador le dijo que podía comer de cualquier árbol en el jardín excepto el Árbol del Conocimiento, con referencia al último y único grado que Adam no podía alcanzar. El Creador sabía que si Adam descubría el conocimiento contenido en ese árbol, podría querer abandonar el Jardín, ya que sabría tanto como Él. Esto, en cambio, le separaría del Creador —la Vida— por lo que el Creador le prohibió comer de ese árbol. Todos sabemos lo que sucedió: Adam comió, y como resultado, se nos negó la vida eterna prometida a Adam. Pero no todo estaba perdido.

El Creador nos dio antiguas escrituras que nos enseñaban cómo podemos volver al Jardín del Edén. Nos dio también ejemplos, que la Cabalá llama “ramas”. Esas ramas pueden indicar cómo funcionan realmente las cosas. Si estudiamos las escrituras junto a las debidas explicaciones, entenderemos los procesos espirituales que se manifiestan en cada planta y aprenderemos a emularlos en nuestras almas.

Lo que Moisés quiso decir

"Comerás pan con el sudor de tu frente."
-Génesis 3:19

En tiempos de Moisés, la espiritualidad era una realidad tangible. Todo el mundo experimentaba el mundo espiritual, de la misma forma que nosotros experimentamos el mundo físico hoy en día. En ese tiempo, no existía el abismo que existe actualmente entre nosotros y la espiritualidad. La humanidad no tenía que aprender espiritualidad, ya que la vivían. En la época en la que Moisés escribió su Torá (Pentateuco), utilizó un lenguaje propio de la época, por lo que las personas podían entenderlo. La diferencia entre los contemporáneos de Moisés y la gente que lee esto mismo ahora es que ellos sabían que estaban usando palabras mundanas para explicar conceptos espirituales, mientras que nosotros pensamos que se refería a nuestro mundo físico y acciones. Además, ¿cómo podemos pensar de otro modo? Ya no sentimos la espiritualidad como lo hacían nuestros antecesores.

Por esto al lenguaje de la Biblia se le denomina “el lenguaje de raíces y ramas.” Nuestro mundo es solamente la capa más externa de los mundos espirituales; es solamente un caparazón, la rama más alejada de un gran árbol.

Para entender totalmente la vida debes explorarla donde realmente ocurre, en sus raíces. Por este motivo Moisés declaraba: “Comerás pan con el sudor de tu frente”. En otras palabras, si queremos comer (ser espiritualmente alimentados) necesitamos trabajar (sudor) para ello. Desde el pecado de Adam, no nos es otorgado el contacto con el Creador; en su lugar, debemos cultivarlo, usando cualquier medio a nuestra disposición. Y la recompensa que nos aguarda es nuestro acceso al Árbol del Conocimiento... 

¿Por qué es importante querer la espiritualidad en nuestra vida?

La Cabalá tiene como propósito incrementar el aspecto espiritual (interno) de nuestras vidas, dentro de nuestro trabajo y en nuestros momentos libres. Sabemos que el jardín no florece sin los fertilizantes adecuados, pero si éstos no han sido debidamente elaborados pueden convertirse en una amenaza dentro del jardín. Igualmente, la Cabalá nos enseña cómo elaborar nuestros pensamientos para convertirlos en “fertilizantes adecuados” de nuestras almas. Este benéfico camino nos enseña todo lo que hay que saber sobre nosotros mismos, nuestras relaciones con seres queridos, amigos y, sobre todo, cómo mejorar nuestros lazos con la Naturaleza.

Al igual que el árbol, para dar frutos (espirituales), y alcanzar lo antes mencionado, tú y yo debemos hacer el mismo trabajo requerido para árboles y plantas. Si fertilizamos, desherbamos y cultivamos todas las partes de nuestras almas que necesitan cultivarse, nuestra espiritualidad se intensificará y llenará nuestras vidas de gozo. Si nos esmeramos en realizar este cultivo seremos “como el árbol plantado al lado de corrientes de agua, que da su fruto en la estación y cuyas hojas no se marchitan;
y serán prósperos en todo lo que emprendan.” (Salmos 1:3)

Por lo tanto, ¿Qué es lo que tenemos que hacer con nuestras “plantas” internas para hacerlas crecer de manera frondosa?

(Continuará)


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